Efectos colaterales de la frustración que puede provocar tener que conformarse con una sola vida:
- Emborracharse, drogarse y vivir la vida al límite.
- Hacer puenting, rafting,bungee jumping o cualquier otra cosa que termine en -ing.
- Dar la vuelta al mundo (esto sólo para ricos)
- Creer en la reencarnación.
- Crear un blog que permita ser protagonistas de muchas otras vidas.
Cabezas de Ajo optó hace años por esta última opción. Lo cual no tiene por qué excluir alguna de las anteriores.



jueves, 11 de marzo de 2010

Tenía mis dudas sobre si publicar o no este relato aquí en el blog. Al final he decidido compartir este pequeño homenaje desenfadado al Festival de Eurovisión. Porque no todos los relatos nacen con la pretensión de ser eternos. María

LE ROYAUME-UNI, TROIS POINTS. por María

Daniela es una chica de gustos peculiares. Ecléctica, podríamos decir. Lo mismo te podías cruzar con ella en la ópera que en un concierto de ACDC. Encontraba un placer exquisito en caminar sin rumbo bajo la lluvia, mojándose de pies a cabeza, mientras los transeúntes la miraban extrañados. El año que se doctoró summa cum laude en Medicina se hizo un tatuaje en el brazo. Una cobra enorme desde el hombro hasta la muñeca. Meses después se matriculó en Leyes por la Universidad a distancia y devoraba los tomos de Derecho Romano con las misma rapidez con la que años antes había leído su colección de comics de «El Jabato». Sin embargo, tenía una afición de carácter algo más prosaico, podríamos decir. Secretamente soñaba con representar a España en el Festival de Eurovisión. Había seguido todas las galas desde que tenía uso de razón; los últimos años incluso había llegado a grabarlas y verlas una y otra vez hasta que la cinta se estropeaba. El momento cumbre llegaba cuando se realizaban las votaciones finales. Le encantaba cuando la presentadora pronunciaba el nombre y la puntación del Reino Unido en varios idiomas : Le Royaume-Uni, trois points ; United Kingdom, three points…se repetía Daniela con profundo placer. Pero no sabía cómo podía participar en tan prestigioso concurso.

Las votaciones teléfonicas se habían hecho rutinarias en la mayoría de cadenas televisivas. Un año decidieron que incluso se podía votar por internet a cualquiera que decidiese presentarse para cantar en el festival. Daniela vislumbró su oportunidad. Estuvo meses preparándose, mandó su vídeo y esperó.


Entre los diez elegidos que lucharían por representar a España no estaba Daniela. En cambio sí estuvo un tipo que se tocó ostensiblemente sus atributos mientras profería insultos y demás piropos a parte del público y miembros del jurado.
Al año siguiente los máximos dirigentes españoles se reunieron para buscar un nuevo método de selección de representantes para Eurovisión que evitara sucesos desagradables como el del año anterior. El método debía ser objetivo y transparente, que garantizara los derechos de los votantes y votados. Tras meses de discusión y consabida consulta a los sindicatos llevaron su propuesta a Bruselas. Los Estados Miembros estuvieron reunidos semanas. Finalmente tomaron una decisión.

Daniela esperaba ansiosa la gala de esa noche. Todo eran rumores sin gran fiabilidad. Nadie sabía quién representaría a España. El público era un manojo de nervios.

En primer lugar comenzaron a dar entrada a los vídeos de presentación de los países participantes, mientras los espectadores ondeaban sus banderitas. Esta era la parte que más aburría a Daniela; los vídeos describían los monumentos más importantes de cada país, junto con una colección de tópicos y demás sobre el mismo. Le pareció extraño que pusieran todos los vídeos de presentación de una vez en lugar de ponerlos antes de cada actuación como solían hacer en años anteriores. Estaba deseosa de escuchar las canciones.
Tras el vídeo de presentación de Bosnia-Herzegovina la presentadora dio paso a la publicidad.
A la vuelta, y sin más, la pantalla de las votaciones estaba preparada. Se sucedieron sin sobresaltos, lo típico. Uribarri adivinaba a quién iba a votar cada país segundos antes. A España lo de siempre, Andorra, Portugal y poco más. Ganó Letonia, que tenía los votos de Estonia, Rusia y Lituania y del resto de países del este. El Reino Unido no participó ese año, así que Daniela ni siquiera pudo oír cómo la voz de la presentadora pronunciaba lo que a ella tanto le gustaba.