Efectos colaterales de la frustración que puede provocar tener que conformarse con una sola vida:
- Emborracharse, drogarse y vivir la vida al límite.
- Hacer puenting, rafting,bungee jumping o cualquier otra cosa que termine en -ing.
- Dar la vuelta al mundo (esto sólo para ricos)
- Creer en la reencarnación.
- Crear un blog que permita ser protagonistas de muchas otras vidas.
Cabezas de Ajo optó hace años por esta última opción. Lo cual no tiene por qué excluir alguna de las anteriores.



domingo, 28 de marzo de 2010

TU VESTIDO ROSA por Marta

Tu abuelo te mira desde lo alto. No es tan alto como él quisiera aunque lo suficiente como para que lo veas a años luz de tu corta estatura. Con su cálida mano aprieta la tuya y años más tarde te darás cuenta de que asida a esa mano eras feliz.

Te llamas Violeta a pesar de que el color de tu vestido es rosa, porque no todo es perfecto. Tu madre te ha peinado esta mañana y en mitad de la cabeza ha recogido tu pelo usando tu coletero favorito. Hueles muy bien. En este momento no lo sabes, pero cuando seas mayor y huelas la colonia que tu madre derrochaba al peinarte sentirás que nada huele, sabe, ni suena tan bien como entonces.

Como es domingo tu padre te ha dado una moneda de veinticinco pesetas. En casa de tu abuela, sin otro entretenimiento manoseas la moneda y juegas con ella hasta la hora de iros. Conoces la moneda a la perfección como tus propias manos. En el listín telefónico de la abuela, con la ayuda de un lápiz, calcas la moneda y la cara del rey se queda inmortalizada. Dentro de treinta años, cuando la veas en el papel amarillento, tendrás la sensación de que esas veinticinco pesetas valían más que cualquier otro euro que vino después.

Tumbada en la bañera, con el agua templada y los dedos arrugados juegas llenando los tapones de los champús con espuma. Tus padres están en el salón viendo el futbol y tú oyes al comentarista de lejos. El primer día que vayas a un spa serás consciente de que sólo en aquellos momentos tenías verdadera paz y serenidad.

Sentada en la octava fila del circo ves salir a dos payasos. Sus narices son rojas, como tu color preferido. El más alto de los dos se tropieza y cae a los pies del bajito. Te ríes con tanta naturalidad como nunca más en la vida lo volverás a hacer. Al terminar la universidad caerás en la cuenta de que ya no tienes color favorito.

Arrodillada a los pies de la chimenea garabateas y llenas de color unos folios en blanco. Tu hermana Blanca te coge los rotuladores y pinta en tus hojas. Llena de rabia la empujas y le tiras del pelo. Ella te araña y te pellizca. En este momento la odias con todas tus fuerzas pero es posible que a nadie en el mundo vayas a querer tanto como a ella.

Tendrás treinta años y te sentirás perdida, a pesar de que vistas un bonito vestido color violeta.