Efectos colaterales de la frustración que puede provocar tener que conformarse con una sola vida:
- Emborracharse, drogarse y vivir la vida al límite.
- Hacer puenting, rafting,bungee jumping o cualquier otra cosa que termine en -ing.
- Dar la vuelta al mundo (esto sólo para ricos)
- Creer en la reencarnación.
- Crear un blog que permita ser protagonistas de muchas otras vidas.
Cabezas de Ajo optó hace años por esta última opción. Lo cual no tiene por qué excluir alguna de las anteriores.



viernes, 13 de agosto de 2010

Número serás

por María





Sobre tu tumba, tiempo después de tu muerte, encontré una alianza matrimonial. Solía ir cada tarde a verte, a sentarme sobre el mármol que nos separaba, a repasar con mis dedos las letras doradas de tu nombre, de tus fechas. Porque ya sólo eras unas fechas, mil novecientos sesenta y tres, guión, dos mil nueve. Nunca entendí por qué era necesario grabar los años en las lápidas, en las esquelas. Esconde cierto morbo. Hay algo de querer etiquetar nuestro recorrido, como si fuera necesario resumirnos.

Quien lea tu lápida y no te conociese dirá: Pobre hombre, murió joven. Y eso serás, un nombre anónimo contenido en unos números al azar. Hace poco volviste a ser un número. Yo escuchaba la radio y de repente en las noticias algo que me llenó de furia, de la más absoluta impotencia por vivir en este mundo. La voz aséptica de la locutora decía algo así: Durante las vacaciones de Semana Santa, la Dirección General de Tráfico desplegará un dispositivo de catorce mil agentes con el objeto de consolidar los datos del año dos mil nueve, especialmente bueno, dónde sólo se registraron cuarenta y seis muertos. Ahí estabas tú, eras uno de esos cuarenta y seis. Pero no te preocupes que aunque te mataste las estadísticas te registran como una de esas muertes que hacen bueno un año. Al escucharlo se me puso un nudo en la garganta y lloré de rabia. Uno se muere y el mundo sigue, pero ¿sería mucho pedir que no contaran muertos como el que cuenta manzanas?

Cogí el anillo de oro y miré la inscripción en su interior. Sonreí. Por fin ibas a ser sólo para mí. Leí tu nombre y la fecha de tu boda. Otra vez unos números, un día de hace casi veinte años que ahora tu viuda estará deseando borrar de su existencia. Sin duda ella había descubierto nuestra relación, nuestras cartas, la pasión ferviente que nos unió durante tantos años. Entonces entendí que se había desprendido del símbolo de ese vínculo, de tu traición. Para mí también eres un número, la fecha de hoy, porque desde hoy, guión eternamente ya no te comparto con nadie. Aunque sólo te pueda demostrar mi amor sobre tu tumba.