Efectos colaterales de la frustración que puede provocar tener que conformarse con una sola vida:
- Emborracharse, drogarse y vivir la vida al límite.
- Hacer puenting, rafting,bungee jumping o cualquier otra cosa que termine en -ing.
- Dar la vuelta al mundo (esto sólo para ricos)
- Creer en la reencarnación.
- Crear un blog que permita ser protagonistas de muchas otras vidas.
Cabezas de Ajo optó hace años por esta última opción. Lo cual no tiene por qué excluir alguna de las anteriores.



lunes, 6 de septiembre de 2010

Mundialización

por Marta



El sol corona el cielo, cierro los ojos y siento calor en mis párpados. Las gotas de agua en mi piel se van evaporando y dejan una sensación de bienestar absoluto. Abro los ojos tan sólo por una rendija y miro a mi alrededor. La luz me ciega, pero al fondo no veo el polvoriento desierto del Sahara como de costumbre, veo césped. Y al fondo la piscina.
Mañana regreso a mi casa después de pasar todo el verano con mi familia de acogida en España. Mi “madre” española soltará alguna lágrima en el coche camino del aeropuerto. Me aprecian mucho, y yo a ellos también. Pero también tengo ganas de volver a mi pueblo. Reencontrarme con mi familia y mis amigos después de tantos días.
Giro la cabeza y la veo. Esta mañana se ha levantado cerca de las diez porque está de vacaciones. Como de costumbre ha visto los dibujos en pijama hasta que dos horas más tarde la chica que la cuida la ha obligado a vestirse. Después de muchos esfuerzos y la habitual pataleta ha apagado el televisor y refunfuñando ha desayunado. Seguramente ha elegido personalmente el bañador y el vestido a juego. Y ahora mismo sus escasos ocho años están frente a mí. Lleva un bikini estampado con flores cuya parte de arriba recorre la planicie de su pecho y se amontona bajo sus axilas mientras baila. Tiene el pelo rubio platino y las cejas se confunden con su blanca piel. Es simpática, el otro día fue su cumpleaños y me regló una bolsa de golosinas.
Sus amigas la siguen, la imitan. Es la única que se la sabe. Su prima le ha pasado al ordenador la canción y ella la ha escuchado más de treinta veces en los últimos días. Se sabe también el baile, el cual intenta perfeccionar moviendo las caderas exageradamente. Yo las miro y escucho sus voces pueriles mientras bailan concentradas:

“Tsamina mina eh, eh
Waka Waka eh, eh
Tsamina mina zangalewa
¡porque esto es África!”


Cierro los ojos y sonrío. Siento el calor en mis párpados.