Efectos colaterales de la frustración que puede provocar tener que conformarse con una sola vida:
- Emborracharse, drogarse y vivir la vida al límite.
- Hacer puenting, rafting,bungee jumping o cualquier otra cosa que termine en -ing.
- Dar la vuelta al mundo (esto sólo para ricos)
- Creer en la reencarnación.
- Crear un blog que permita ser protagonistas de muchas otras vidas.
Cabezas de Ajo optó hace años por esta última opción. Lo cual no tiene por qué excluir alguna de las anteriores.



martes, 15 de enero de 2013

Navidad feliz. Describiendo fotografías

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 por Marta

Por lo visto ese día los Reyes Magos habían llegado a casa de mi abuela. Pero aquel año era especial porque un fotógrafo se pasó por las casas del pueblo para hacer fotos a los niños con sus regalos. Y la instantánea robó un momento especial y único que atesoro en el joyero que heredé de mi abuela.
La mayor de los tres niños es mi abuela Pura, es la única que mira a la cámara. Más bien enamora a la cámara porque sus ojos sonríen casi tanto como su boca. Creo que es la mirada más franca y más sincera que he visto jamás. A su lado, con el mismo corte de pelo y una horquilla colocada en la misma posición está su hermana Julia, la mediana. Julia no mira a la cámara porque está mirando a su hermana. Quizás alguna broma o la simple expresión en la cara de su hermana hacen que Julia se encuentre en una carcajada eterna que permanece desde entonces inmortalizada en el trozo de cartón. Esta complicidad entre las dos se mantuvo hasta el último día de sus vidas. Y por último, el pequeño Joaquín, que con algo menos de un año se encuentra subido en un taburete en el centro y sujeto por las cuatro manos de sus hermanas. Joaquín mira a alguien que parece estar al lado del fotógrafo y que sospecho que sería mi bisabuela haciendo monerías para mantener la atención del pequeño.
Creo que he observado esa foto decenas de veces y hoy al volverla a mirar he descubierto algo nuevo en ella y desconocido para mí. Hasta ahora, en mi atrevida ignorancia, siempre me había extrañado que en la foto no apareciera el verdadero motivo de dicha retrato, los regalos de Reyes. Me los imaginaba supuestamente a los pies de los retoños, en aquella zona que la cámara no había podido abarcar. Pero no, hoy he mirado a mi abuela y a sus hermanos, los tres tan repeinados y perfumados, tan enfundados en tres abriguitos de paño idénticos… en efecto, los regalos de Reyes los llevan puestos.