Efectos colaterales de la frustración que puede provocar tener que conformarse con una sola vida:
- Emborracharse, drogarse y vivir la vida al límite.
- Hacer puenting, rafting,bungee jumping o cualquier otra cosa que termine en -ing.
- Dar la vuelta al mundo (esto sólo para ricos)
- Creer en la reencarnación.
- Crear un blog que permita ser protagonistas de muchas otras vidas.
Cabezas de Ajo optó hace años por esta última opción. Lo cual no tiene por qué excluir alguna de las anteriores.



miércoles, 4 de marzo de 2015

En construcción

por María.
 
Perdonad que publique este relato cuando todavía no está terminado. Lo cierto es que el personaje principal me genera muchas dudas, creo que ni siquiera él mismo se conoce y eso me está dando bastantes problemas a la hora de contaros lo que le sucede. Tampoco sé bien por qué elegí su historia, no es en sí una persona a la que pudiéramos llamar “interesante”. Al contrario, es alguien más bien corriente, con una rutina bastante común: se levanta temprano cada mañana para ir a trabajar, vuelve a casa para dedicarle a su familia las últimas horas del día, se acuesta derrotado y aun así con la sensación de no haber hecho nada, salvo ser ese hámster que corre velozmente en su rueda para no ir a ningún sitio. El mundo es su jaula y él es simplemente un engranaje más que lo hace girar. La verdad es que no tiene nada que le pueda diferenciar de ti o de mí, solo que él es el protagonista de este relato en construcción y ese es sí es el único papel realmente importante que ha tenido en su vida.

Disculpad el atrevimiento pero el nudo de la historia tampoco lo tengo bien forjado. Hay algo que falla, quizá sea por la propia personalidad difusa del protagonista. Me tiene desconcertado. Ni siquiera los personajes que rodean a éste, los que podríamos denominar secundarios o de relleno, son claros en su forma de actuar. Están todos envueltos en una especie de neblina que hace que la acción se quede algo coja y que los diálogos parezcan antinaturales y encorsetados. Cuando echo la vista atrás y releo lo escrito,yo mismo,a pesar de tantos años de oficio, soy consciente de las trabas que tiene la historia y de lo poco comprensible que le puede parecer al lector. Mis esfuerzos por contar lo que ocurre son a todas luces insuficientes y apenas sobrevivo a la tentación de abandonar la tarea.

Llegados a este punto, os debo confesar, no sin cierta vergüenza, que ni siquiera el enclave físico de la historia lo tengo pensado. En un principio me decidí por un lugar real pero según avanzaba la trama, bueno o lo que tenía de ella, empecé a notar poco creíble dicho escenario así que opté por situar la acción en un sitio imaginario. Sin embargo tampoco funciona. Creo que optaré porque sea la propia historia la que se sitúe a sí misma. Odio la improvisación y el no tener todos los cabos bien atados, pero, aunque sólo sea por esta vez, me dejaré llevar.

Y sé que es una osadía, no obstante no sería sincero si no os advirtiera de que el espacio temporal del relato es un auténtico despropósito. Debo centrarme en darle más credibilidad y coherencia al discurso interno y eso quizá ayude a aclarar cuál es el verdadero tiempo en que los hechos suceden, pero no miento si os juro que dicha labor se me presenta como un reto inalcanzable.

Sin embargo si he llegado a este punto es porque creo que el final de la historia merece ser contado, palabra por palabra, letra a letra. Es tan apoteósico y revelador que si he decidido escribir el resto del relato ha sido únicamente para llegar a él. Es brutal, desgarrador, tan cruel y despiadado como tierno y sutil. Es un final que cierra la historia como por arte de magia, que consigue encajar todas las piezas, dota de sentido al conjunto. Un relato que existe, vive y muere para su final. Nunca me creí capaz de escribir algo tan letal, tan bello, tan realmente bueno. Os ruego me volváis a disculpar, pero comprenderéis que no pueda desvelároslo aqui.