Efectos colaterales de la frustración que puede provocar tener que conformarse con una sola vida:
- Emborracharse, drogarse y vivir la vida al límite.
- Hacer puenting, rafting,bungee jumping o cualquier otra cosa que termine en -ing.
- Dar la vuelta al mundo (esto sólo para ricos)
- Creer en la reencarnación.
- Crear un blog que permita ser protagonistas de muchas otras vidas.
Cabezas de Ajo optó hace años por esta última opción. Lo cual no tiene por qué excluir alguna de las anteriores.



miércoles, 30 de mayo de 2012

Alba y el origen del Arcoíris

por Marta
Para la pequeña Alba recién llegada.
Para su madre, que le leerá éste y muchos cuentos más.




En un tiempo pasado y en un lugar remoto nació una niña que se llamaba Alba. Vino al mundo un soleado día del mes de mayo, después de una larga temporada de lluvias, y su llegada trajo mucha felicidad a todos los que la rodeaban.

Alba fue un bebé muy tranquilo y a los pocos días ya sonreía desde la cuna cuando los rayos del sol entraban por la ventana. Era una niña muy guapa y muy alegre que crecía casi sin que sus padres se dieran cuenta.

A Alba le gustó mucho ir a la escuela por primera vez y allí hizo amigos con los que jugaba y reía…pero lo que más le gustó de todo fue descubrir los lápices de colores. Ella había visto en su casa que había cosas de muchos colores pero nunca se había imaginado que ella misma podría alguna vez crearlos con sus propias manos. Desde que los descubrió no dejó ni un solo día de colorear y de dibujar con sus lapiceros. Dibujaba de todo: el sol brillante, montañas verdes, pajarillos de colores, etc. Solamente había unos días en los que no le gustaba pintar…eran los días de lluvia. Alba se sentía triste porque en esos días los colores eran muy apagados, casi grises, y, además, no se podía salir a la calle a jugar ni a dar paseos. Era horrible para ella. Los días de lluvia se sentaba en su habitación dejando que el tiempo pasara y cuando sus padres la animaban a jugar a ella no le apetecía, solamente quería que volviera a salir el sol.

Pasaron unos años y se convirtió en una experta dibujante y con tan sólo cinco años tenía su habitación repleta de dibujos por las paredes. Pero lo que más le gustaba dibujar eran los caballos. Era su animal favorito porque en su pueblo había visto algunos de cerca y soñaba con poder montar en uno de ellos. En su pared había caballos marrones, amarillos, verdes, azules…pero curiosamente los caballos que más le gustaban eran los que dejaba sin pintar, los blancos.

Cuando la niña cumplió ocho años ganó un concurso de dibujo en su colegio. Había usado absolutamente todos los lápices de la caja de 56 colores que le regalaron las amigas de la universidad de su madre.
-       ¡Es precioso!- dijo la maestra nada más verlo.
El premio del concurso fue una entrada para ir al zoo en primavera. Alba nunca antes había ido así que fue el mejor regalo que le podían hacer. Mientras que llegaba el esperado día de ir al zoo, Alba fue dibujando todos los animales que iba a ver; leones amarillos, delfines grises, loros verdes, cebras a rayas…

Por fin llegó el anhelado día de primavera en el que iban al zoo. Pero, de repente, cuando Alba se levantó de la cama de un salto y se asomó por la ventana vio algo terrible que no podía creer: estaba lloviendo. Por las calles discurría un torrente de agua y el cielo gris, casi negro, no dejaba esperanza alguna.

Alba se sentó en una esquina de la habitación y lloró con tristeza. La lluvia siempre había sido lo peor que podía pasarle pero esta vez, además, le impedía ir a un sitio que había estado deseando durante meses. No había consuelo para la pequeña.

Con el ruido de su llanto llegó su madre y se sentó a su lado.

- Alba, no tienes que ponerte así, no merece la pena que llores por esto.

- Pero es que yo quería ir, tenía tantas ilusiones…

- No te preocupes, yo tengo un amigo que trabaja allí y nos cambiará la entrada para ir al zoo cualquier otro día que haga bueno…- dijo su madre mientras le apartaba el flequillo de la frente.

- Odio los días de lluvia…son tan feos…

- Alba, los días de lluvia son tan bonitos como cualquier otro. Son diferentes, se puede jugar dentro de casa e incluso en la calle saltando los charcos. Y además, ¿sabes qué? para que haya tantos colores en el mundo es necesario que haya días de lluvia.

Su madre se fue y Alba se quedó pensativa.
Finalmente se resignó, cogió su caja de colores y empezó un nuevo dibujo.

Pasó un rato y, de repente, tocaron la campana que tenían en la puerta de casa. Alba bajó con los lápices en la mano para ver quien era y cuando abrió la puerta vio algo que no podía creer. Se trataba de un hermoso caballo blanco. Aquel caballo que tantas veces había dibujado y con el que  había soñado que se montaría.

Alba se quedó boquiabierta; pero se quedó aun más admiraba cuando el caballo le habló:

- Shhh...no hagas ruido, no llames a tus padres…- susurró el animal con voz grave.

La niña dio un paso atrás.

- No tengas miedo Alba, solamente vengo para invitarte a subir a mi lomo y dar una vuelta. Hoy es un maravilloso día de lluvia, ¿te apetece?

Alba estaba en camisón pero no lo dudo ni un instante. El animal se tumbó en el suelo para que pudiera subir y cuando se incorporó de nuevo Alba sintió algo difícil de explicar, era la persona más feliz del mundo en el caballo más blanco que podía imaginar.

El caballo abandonó la casa de Alba y comenzó a trotar por su pueblo. Todo se veía diferente desde lo alto del animal. Pasó por todos los prados verdes de los alrededores que ella tan bien conocía. Aunque estaba lloviendo Alba deseó que el viaje no terminara nunca.

Cuando se alejaron del pueblo el caballo le dijo a la niña:

- He venido para hacer tu sueño realidad, pero sobre todo para recordarte que en la vida hay que disfrutar de cada momento, da igual si llueve, truena o hace sol…todo lo que nos rodea y que no podemos cambiar  tenemos que aceptarlo tal y como viene…son las leyes de la naturaleza, pequeña Alba.
      Tu felicidad no depende del tiempo que haga, depende sólo de ti.

Y el animal comenzó a galopar cada vez más rápido. Alba estaba emocionada y se agarró fuertemente al cuello del caballo. Estaba disfrutando como nunca en su vida. El galope era cada vez más rápido y Alba notó que los pies del animal iban tan veloces que comenzaron a despegarse del suelo. ¡Estaban volando! Desde lo alto observó su pueblo, las montañas, el río… Se dio cuenta de que los colores que llevaba en su mano se le estaban cayendo uno a uno. Cuando miró atrás vio algo increíble; los lápices que se le habían caído iban dejando a sus espaldas una enorme estela de colores en forma de arco. Justo en ese momento la lluvia cesó.




Y es así como, desde entonces y para el resto de los tiempos, después de la lluvia aparece en el cielo un fabuloso arcoíris recordándonos a todos que hasta en los días de lluvia lo más maravilloso es siempre posible.