Por Marta
Cajas de mudanza con
una vida dentro.
Tricotar una bufanda
con lana que antes fue jersey.
Borrar, otra vez, el
problema de matemáticas que nunca te sale.
Construir un
castillo de naipes donde pasó la ola.
Pegar los trozos del
plato que por fin rompiste.
Formatear la memoria
sin guardar copia de seguridad.
Volver a sonreír
después de haber besado un ataúd.
Aprender el idioma
extraño de un país extraño.
Comenzar a latir con
un corazón que ayer no era tuyo.
Barrer la ceniza que
dejó el volcán en tu puerta.
Levantarte por las
mañanas con un sueño hecho pedazos. Pero levantarte, al fin y al cabo.
Creyeron los dioses
que nos hacían mortales. No sospechaban que aprenderíamos a nacer cada día.