Efectos colaterales de la frustración que puede provocar tener que conformarse con una sola vida:
- Emborracharse, drogarse y vivir la vida al límite.
- Hacer puenting, rafting,bungee jumping o cualquier otra cosa que termine en -ing.
- Dar la vuelta al mundo (esto sólo para ricos)
- Creer en la reencarnación.
- Crear un blog que permita ser protagonistas de muchas otras vidas.
Cabezas de Ajo optó hace años por esta última opción. Lo cual no tiene por qué excluir alguna de las anteriores.



martes, 8 de junio de 2010

La suerte de la Diosa

por María


Esa fotografía te impacta mucho más que cualquier otra de la Guerra Civil Española. No hay muertos, no hay heridos ni rastro de sangre. No hay cuerpos famélicos, ni rostros desfigurados por el dolor. Es extraño, pero te impacta tanto por la contradicción que supone.


Con diez años pensabas que el mundo se acababa. Tenías miedo. Apenas sabías nada, pero oías palabras sueltas: Golfo Pérsico, Irak, Kuwait, Sadam Hussein. Y guerra. Recuerdas una conversación con tus compañeros del colegio, en aquella clase con grandes ventanales, esa que tenía un nombre tan raro: aula de pretecnología. Todos estabais asustados, tristes. Piensas en guerra y lo ves todo color verde. El verde de los uniformes gastados de los soldados. Curioso. Verde, color de la esperanza.
Pero eras una niña y ya sabemos que a esas edades todo se magnifica. Hubo guerra, pero no para ti.
La asignatura de Historia te parecía de las más interesantes y la palabra guerra aparecía en casi todas las lecciones. Cuando no era la guerra de la Independencia, era la de Secesión y cuando no, la de los Cien Años. Pero había tres estrellas: las dos mundiales y la Civil Española. Y se estudiaban tan tranquilamente, sentadita en tu pupitre y recitando de memoria.
Sin embargo las estudiabas desde la superioridad de aquél que piensa que las guerras son cosas pasadas, que hoy somos más listos que ayer, pero sobre todo desde la insolidaridad y el desconocimiento del que estudia el pasado sin abrir el periódico del presente, pintado de verde cada día, cada hoja.


Vuelves a mirar la fotografía y a notar esa fuerte contradicción. Porque sientes que en ella está lo mejor y lo peor del hombre ¿Cómo se puede valorar tanto el arte y tan poco las vidas humanas? ¿Por qué no se construyeron búnkeres para todos los hombres y sí para la Diosa? No lo entiendes. Es bonito querer que generaciones posteriores vean a la Diosa, pero ¿no sería más bonito que conocieran a sus abuelos? No lo entiendes, pero es que tú no sabes de guerras. Y claro que no estás preparada para vivir una. De hecho crees que nadie lo está, ni siquiera cuando están en ella. Piensas que no te tocará hacerlo. Es impensable.