Efectos colaterales de la frustración que puede provocar tener que conformarse con una sola vida:
- Emborracharse, drogarse y vivir la vida al límite.
- Hacer puenting, rafting,bungee jumping o cualquier otra cosa que termine en -ing.
- Dar la vuelta al mundo (esto sólo para ricos)
- Creer en la reencarnación.
- Crear un blog que permita ser protagonistas de muchas otras vidas.
Cabezas de Ajo optó hace años por esta última opción. Lo cual no tiene por qué excluir alguna de las anteriores.



jueves, 5 de mayo de 2022

Carta a mi diccionario

 Por Marta

 

Maldito diccionario, te odio. Cuánto daño me has hecho con tus palabras. Cuánto he amado que tuvieras una exacta para cada momento. Y ahora me siento engañada. Al final no eres más que un libro…como esos de cocina que hoy había abandonado alguien en un banco de la calle. Me he fiado de ti porque, por ejemplo, me decías el verbo “caminar”, me decías “contigo”. O aquella tarde de verano, que soltaste el imperativo “espérame”, ¿te acuerdas? Qué tonta fui, subió la marea, bajó, subió, bajó… y allí seguía yo, en tu orilla. Llegaste a pronunciar incluso un “te necesito” y yo te creí, y lo que es peor, te necesité tanto...Porque las palabras ocupan dentro de mí tanto como las vísceras. Hay “lo sientos” que cogen aire, hay “nosotros” que dan chispazos en la piel y hay verbos que son pura taquicardia.

Creí, ingenua de mí, que esas bellas palabras podían tocarme…juro que algún día hasta noté sus caricias en la espalda. Pero no, están ancladas a tus páginas con grilletes. No me acompañan en el devenir de los días. Yo les digo: bajad de la estantería, venid conmigo a tirar la basura, acompañadme al súper y hacedme feliz mientras repaso los aditivos en las conservas. Pero ellas no se mueven, me dejan sola, fría frente al lineal de los congelados. Cubierta de cenizas, boqueando en mitad de los restos de una hoguera que se consume en el pasillo de los yogures. Qué crueles esas lindas palabras.

Y la realidad, después de todo, es que no tengo mucho que reprocharte porque, quién podría ser tan imbécil como para no darse cuenta de que, un diccionario, por breve que sea, contiene todo tipo de palabras. Contenías “egoísmo”, cómo no…y cerca del amor gritabas “amargura”. Como no fui capaz de ver que aquel “contigo” iba precedido de tanta “cobardía”.

Hasta aquí ha llegado nuestra historia. Podría prometerme no abrirte más, pero nunca he creído en mis promesas. Tampoco puedo condenarte al fondo de un cajón vacío, te morirías de frío. Si te escondo bajo candado sería incapaz de tirar la llave. Sé que lo que voy a hacer no está bien…no está bien visto quemar los libros. Pero no me queda otra. Esta noche, tus palabras y las mías, arderán en un fuego eterno.