por Marta
DIÁLOGO DE ARCIMBOLDO
“Apresúrese, por favor” dijo la Primavera con esa expresión de niña ingenua que la caracterizaba. Pero el Invierno, que había oído la misma cantinela año tras año, se acarició su recortada barba y carraspeó. La Primavera supo entonces que sería imposible de nuevo. Su abuelo, el Otoño, se lo había dicho cientos de veces, “cuanto más larga se haga la espera más placentera será la recompensa”. Y así fue al cabo de los días; entre las peladas ramas, los pequeños brotes, revoltosos y bulliciosos, apuntaron hacia el cielo.