Siete amigas del instituto. Veinte años después. Elegimos el
restaurante “Pecado capital”. Un sitio íntimo, acogedor. Lucía, alta, tan
delgada y jodidamente guapa como siempre pide el plato denominado “Soberbia”. Crepes
de foie con cebolla. Le encanta. Afirma que no hay en la carta otro plato
mejor. Silvia, en el instituto la llamaban la “tabla del uno” por lo fácil. Se
pide el plato “Lujuria”, el único dulce. Saborea el helado de chocolate pasando
la lengua por sus labios. La muy puta. Eva, la única inteligente que se casó
con un rico; pide el plato “Avaricia”.Solomillo a la pimienta. Al acabar la
cena divide la cuenta. Patricia, pide el plato “Ira”; el vino no está a su
gusto y vemos su famosa vena del cuello en acción. Laura, llega
tarde a la cena, la siesta se le fue de las manos. Eso sí, viene monísima. Pide
el plato “Pereza”, una extensa fondue de quesos para tomárselo con calma. Ana,
tan chistosa como siempre, se pide el plato “Gula” una degustación con un
poquito de cada uno de los otros platos. Se queda con hambre.Y yo, Elena Gómez
Puertas, pido el plato “Envidia”. No recuerdo que llevaba, solo sé que me
gustaron más los de mis compañeras.
Efectos colaterales de la frustración que puede provocar tener que conformarse con una sola vida:
- Emborracharse, drogarse y vivir la vida al límite.
- Hacer puenting, rafting,bungee jumping o cualquier otra cosa que termine en -ing.
- Dar la vuelta al mundo (esto sólo para ricos)
- Creer en la reencarnación.
- Crear un blog que permita ser protagonistas de muchas otras vidas.
Cabezas de Ajo optó hace años por esta última opción. Lo cual no tiene por qué excluir alguna de las anteriores.