Efectos colaterales de la frustración que puede provocar tener que conformarse con una sola vida:
- Emborracharse, drogarse y vivir la vida al límite.
- Hacer puenting, rafting,bungee jumping o cualquier otra cosa que termine en -ing.
- Dar la vuelta al mundo (esto sólo para ricos)
- Creer en la reencarnación.
- Crear un blog que permita ser protagonistas de muchas otras vidas.
Cabezas de Ajo optó hace años por esta última opción. Lo cual no tiene por qué excluir alguna de las anteriores.



martes, 22 de diciembre de 2015

La despedida

 Por Marta      

                   
Conozco a la señora Cecilia desde hace más de cincuenta años; desde el mismo día que entré a trabajar como portero en el edificio que ella nació.

El portal ocho de la calle Alsacia ha sido mi hogar desde entonces y estoy profundamente agradecido a todos los propietarios que han ido pasando año tras año. Que han renovado su confianza en mí, que han aguantado mis días malos y valorado mis aciertos. Tengo setenta y cinco años y soy consciente de que mi agilidad y mi memoria no son las mismas de antes, así es que he accedido a la propuesta de jubilación llevada a cabo por la junta de vecinos. No tengo hijos ni más pertenencias de las que caben en una maleta que he comprado esta misma mañana. Nunca había salido de viaje así que para mí esto de hacer la maleta es algo nuevo. La semana que viene empiezo a vivir de alquiler en un apartamento pequeño, a dos manzanas de aquí. Se me hace raro pensar que dentro de unos días pasearé por esta calle mirando este portal como lo haría cualquier viandante.

He crecido a la par que la señora Cecilia y quizás sea por eso, he sido un espectador silencioso de su vida. También, por supuesto de sus cambios físicos. La vejez va consumiendo de muchas formas nuestros cuerpos, pero la vivacidad de sus ojos o el sosiego en su gesto, eso nunca lo ha perdido. Si bien hay una cosa que ha cambiado a lo largo de todos estos años es su piel. Sus mejillas, antes hinchadas, tersas y con tendencia a sonrojarse, hoy se muestran opacas y curtidas, como castigadas por el tiempo a resultar inexpresivas. Sus manos, con los dedos largos y finos, ahora tienen la piel arrugada; y las venas que las recorren están tan marcadas que se puede seguir sin dificultad su recorrido. No hay un solo día que Cecilia no lleve pintadas de forma impecable las uñas de un brillante rojo carmín. En su dedo anular de la mano derecha la alianza de su marido y por delante la suya propia. Es curioso que a estas alturas siga manteniendo la fidelidad que su marido nunca le tuvo.

La señora Cecilia se ha pintado toda la vida los labios de rojo a juego con las uñas y en ocasiones, sin querer, también se pinta los bordes de los dientes, pero como lo sabe, cuando termina, se pasa la lengua sutilmente por delante de ellos. Esta operación suele realizarla al bajar en el ascensor, el cual deja impregnado de una espesa fragancia a violetas. Este intenso perfume resulta pesado y denso, incluso nauseabundo, pero cuando yo lo huelo me parece que en él está contenida la esencia de toda una vida.

Casi todos los días de nuestras vidas nos hemos cruzado en el portal. Al principio de conocernos, con la inocencia de la juventud, apenas nos cruzábamos un tímido saludo. Luego la rutina y también  la literatura nos fueron uniendo. Los ratos muertos en la portería los he pasado leyendo los libros que ella me ha prestado. El 2º B ha sido mi biblioteca particular. Con el paso de los años Cecilia y yo hemos ido cogiendo confianza, incluso teniendo largas conversaciones, a veces de cosas banales y otras no tanto. Conozco su pasado, sus sentimientos. Sus ojos me resultan tan familiares como al mirar mi cara en un espejo.

Hoy, a primera hora de la tarde, he empezado mi ronda de despedida por todas las viviendas del portal. He dejado su puerta para la última. La señora Cecilia es una verdadera amiga y presentía que despedirme de ella iba a ser difícil.

Nunca pensé que tanto. He llamado al timbre más de quince veces. Estoy completamente seguro que desde que volvió de la compra esta mañana Cecilia no ha vuelto a salir de casa.