Efectos colaterales de la frustración que puede provocar tener que conformarse con una sola vida:
- Emborracharse, drogarse y vivir la vida al límite.
- Hacer puenting, rafting,bungee jumping o cualquier otra cosa que termine en -ing.
- Dar la vuelta al mundo (esto sólo para ricos)
- Creer en la reencarnación.
- Crear un blog que permita ser protagonistas de muchas otras vidas.
Cabezas de Ajo optó hace años por esta última opción. Lo cual no tiene por qué excluir alguna de las anteriores.



viernes, 27 de mayo de 2016



Píldora 3- Canda(dos)
por Marta


Me he quedado mirándolo fijamente. En el subterráneo de Avenida de América, justo en el andén de la línea 6, en el respaldo del segundo banco según bajas por las escaleras hay un candado. Cerrado y enganchado a ese banco metálico para toda la eternidad. Podéis ir y comprobarlo. No es que se trate de algo demasiado extravagante ni digno de la atención de todos los presentes pero esta tarde me he sentado en ese banco y ha llamado mi atención. Probablemente la primera razón ha sido que se me ha clavado en la espalda; después, cuando me he retirado, no he podido evitar tocarlo, comprobar que estaba cerrado, observar si tenía algún tipo de inscripción. Un candado. Sin más. Nada que lo diferenciara del resto de candados que hay por el mundo. Bueno quizás sí, su función, porque en este caso, a simple vista, su función es básicamente ninguna. O no. Me ha dado por pensar en diferentes (y algunas muy absurdas) formas en las que ese candado había podido terminar ahí. La primera,  como no, la opción romántica. Dos chavales con poco presupuesto como para viajar hasta París y poner su candado en el puente del Sena deciden que su amor mirará para siempre al horizonte de este magnífico y angosto túnel de la línea circular del metro de Madrid. Maravilloso. ¿Pero por qué no han puesto sus nombres? No les ha dado tiempo porque justo ha venido su tren… ¿Y no les habrá resultado paradójico simbolizar su amor con un objeto cuya función es quitar la libertad? No, tienen dieciséis años y no están para pensar esas  tonterías. Bien, pues si son unos niñatos inmaduros abandono esta opción y me inclino por la segunda posibilidad. Empleado de ferretería. Su jefe es lo más parecido al Sr. Scrooge que habita ahora mismo en todo Madrid. Egoísta, de trato despótico con su único empleado, mezquino…todo lo que no sea ganar dinero le parece inútil y despreciable. Nuestro empleado se ha despedido hoy en la ferretería. Él es una persona buena, de gran corazón. No aguantaba ni un día más trabajando allí. A modo de pequeña venganza ha decidido robar cinco o seis candados del almacén. Esta venganza minúscula para cualquier persona normal hará enloquecer a nuestro miserable  Sr. Scrooge. El primer candado lo pone discretamente en este banco y tira la llave a la vía. Nunca nadie, jamás, volverá a humillarle. Una historia triste, sin duda. Me decanto entonces por la tercera opción. Claramente. La tercera alternativa va dedicada a ti. No me refiero a cualquiera de los lectores que estáis leyendo estas líneas ahora mismo sino a la persona que, además de leerlas, las ha hecho posible. Tú, que vas de sitio en sitio prendiendo candados en lugares imposibles, tú, buscador de historias que pones esos candados para que algunos pececillos, como yo, caigamos en tus redes. Tú que necesitas la literatura igual que respirar y que todas las noches buceas en los blogs de este país para ver si hay una nueva historia que hable de ese candado que tus manos han colocado hábilmente esta mañana. A ti, que ahora saboreas el éxito una vez más y que sabes que, con cada nuevo amanecer, volverás a empezar porque el mundo te necesita.