Efectos colaterales de la frustración que puede provocar tener que conformarse con una sola vida:
- Emborracharse, drogarse y vivir la vida al límite.
- Hacer puenting, rafting,bungee jumping o cualquier otra cosa que termine en -ing.
- Dar la vuelta al mundo (esto sólo para ricos)
- Creer en la reencarnación.
- Crear un blog que permita ser protagonistas de muchas otras vidas.
Cabezas de Ajo optó hace años por esta última opción. Lo cual no tiene por qué excluir alguna de las anteriores.



miércoles, 9 de febrero de 2022

Un coche después de un incendio

                                                                                                    por Marta


Había vuelto a quedar con ella. Se había jurado no hacerlo más justo la noche anterior, olvidarse de ella, pero, de nuevo, al recibir su mensaje, había olvidado su promesa. Una vez más.

(si es que estás en el mismo puto bucle de siempre)

­-Pero cómo voy a dejar de hablar con ella así, de la noche a la mañana, si me considera su mejor amigo de la carrera…

(ya, el problema es cómo la consideras tú a ELLA)

-Además, también viene Xavier, no voy a perder a mis amigos después de tantos años sólo por no verla a ella…- Manuel golpeó la cuchilla de afeitar contra el lavabo y se embadurnó la cara de loción aftershave.

El bar estaba abarrotado. El aire contenía una mezcla de conversaciones cruzadas y fritanga. Manuel agradeció esta atmósfera insana al entrar en el local. En las calles de Barcelona las temperaturas eran gélidas. Había llegado el primero, como ya suponía. Pidió un botellín. Su móvil vibró y leyó el mensaje de Xavier en el grupo: “Se me complica, chicos, marrón en el curro. Si puedo me paso a última hora, pero no aseguro nada”.

(bueno, pues ya estáis solos)

Sin saber cómo, Manuel se había bebido el botellín de un trago. Pidió otro. Al fondo del bar apareció Lucía.

-Joder con Xavi, ¡anda que avisa con tiempo! Bueno, ya que estamos nos tomamos unas cañas y picamos algo, ¿no? – Manuel sonrió y no tuvo tiempo de contestar; se vio envuelto en un abrazo de abrigo, bufanda, pelo y perfume.

 

 

- ¿Qué será que ya no hace frío en la calle? – preguntó Manuel quitándose la bufanda que se acababa de poner al salir.

- ¿Será una jaula de botellines Mahou entre dos? – preguntó Lucía que no podía evitar la risa tonta.

Bajaron por Carrer d´Aribau en dirección al metro Universitat. Un piti y me cojo el último metro, dijo Lucía.

(joder, ¿y si se lo sueltas ahora?)

- Va, ¿y si nos tomamos la última? Mañana es viernes.

-Joder, Manu, mañana no habrá quien me levante. Venga, dale.

El garito había vivido mejores épocas. Lucía se sentó en un taburete de la barra. Sonaba Fito a todo volumen para disimular la ausencia de clientela. Hacía frío y ni siquiera se quitaron el abrigo. Manuel se quedó de pie y la miró fijamente.

- Pues, ¿sabes qué, Manu? que deberíamos hacer esto más veces…

- ¿Hacer qué? - preguntó Manuel.

-Pues salir a diario, tomarse una caña con la gente a la que quieres…esto es lo que uno recuerda cuando pasan los años, no los guasap, los posts, los tuits…

- ¿Tú me quieres?

(¡BOOM!)

- ¿Qué? Jodeeer… no oigo nada con la música. - dijo Lucía.

- ¿Que tú qué quieres?

(¿Te ha oído y se ha hecho la loca o no te ha oído? ¡Joder! Puto Fito)

-Ah, otro botellín. - contestó Lucía

-Pues que sean dos.

El camarero recibió la petición con desgana y se tomó su tiempo en servirles. Después bajó el volumen de la música viendo que los nuevos, y casi únicos, clientes eran más de hablar que de pegar botes en mitad de la pista.

- Tengo que contarte una cosa, Manu. No pensaba decírtelo, pero el alcohol es lo que tiene…

(Dispara)

-Hace tres semanas me enrollé con Xavi. – sentenció Lucía.

- ¿No jodas?

(Sí jode, claro que jode)

- Y, ¿sabes qué? Creo que me mola de verdad. Ni una palabra de esto a Xavi, por favor… ni a Paula, ni a Joan…

- Que no, que no, que yo sé guardar un secreto. – dijo Manuel.

(Y tanto que lo sabes guardar…)

Lucía continuó hablando mientras despegaba la etiqueta del botellín como siempre hacía.

-No hemos dicho nada a nadie porque, no sé, yo no estaba segura…después de lo de Miquel… ya sabéis cómo lo pasé, y no me quiero colgar demasiado pronto de nadie…Pero me estoy dando cuenta de que me gusta de verdad, y tampoco quiero negarme lo que siento, ¿sabes cuando tu mente dice una cosa, pero tu corazón erre que erre?

- Sí, me ha pasado alguna vez. Y creo que, después de todo, es mejor hacerle caso al corazón.

(eres imbécil, no tendrías que haber venido, ya lo sabías…)

Lucía continuó.

-Te lo cuento a ti porque, no sé, siento que contigo… me entiendo muy bien. Desde siempre, desde la carrera. A veces es que con solo mirarnos ya sabes lo que estoy pensando. Joder, perdona si me estoy poniendo cursi…pero es que te quiero un montón.

Manuel sonrió y, de nuevo, no tuvo tiempo de contestar; se vio envuelto en un abrazo de abrigo, bufanda, pelo y perfume.

-Yo también te aprecio un montón, Lucía.

(¿te aprecio un montón? ¿te aprecio? ¿Qué puta mierda de verbo es ese? La quieres, la amas, la deseas…darías lo que fuera porque se quedara bloqueada la puerta de este garito de mierda y os quedarais a vivir ahí encerrados para siempre)

-De hecho, Manu, te diré una cosa, ya que la noche va de confesiones…tú me gustaste en su día. Antes de empezar con Miquel, el último año de carrera…estuve pillada por ti tooodo un verano, el del concierto de Bunbury ¿te acuerdas? Si Paula te contara las chapas que le daba…

- Y, ¿por qué no me dijiste nada? - preguntó Manuel.

(y, ¿por qué no se lo dices tú ahora?)

-Bah, yo qué sé. Te liaste después del concierto con una de rizos y me pillé un rebote… no recuerdo ni el nombre, igual tú tampoco… y pasó el verano y ya se me pasó la tontería… ¡qué chorrada!, ¿no? Quiero decir, que ya no tiene importancia, casi se me había olvidado… pero me ha hecho gracia recordarlo ahora. – explicó Lucía.

- Sí, tiene su gracia.

(todo es un verdadero chiste)

- ¿Sabes cuál es la teoría de Paula? – dijo Lucía divertida. -   Otra chorrada como una casa de grande. Dice que un chico y una chica heterosexuales no pueden ser amigos sin más. Dice que hay varias opciones: o él, o ella, o ambos, en el momento presente, o en el pasado o en el futuro sienten alguna vez algo más allá de la amistad. Pero que, nunca, nunca, puede darse una amistad pura sin más sostenida en el tiempo. Qué gilipollez, ¿no? Yo creo que sí es posible. Aunque bueno, mira, en nuestro caso ha acertado... Menos mal que nosotros superamos ese escollo del verano de fin de carrera y podemos tener ya una amistad sin más.

- Paula y sus teorías para todo. – suspiró Manuel.

- Oye, habrá que irse a casa. Que mañana nos vamos a morir. - dijo Lucía

- Sí.

(sí, mañana nos vamos a morir)

-Ah, por cierto, Don Manuel, en las próximas cañas te toca hablar a ti. Que siempre tienes bajo llave lo que se esconde en ese corazoncito…

Lucía puso la mano en el pecho de Manuel y no pudo percibir que, debajo del abrigo, del jersey, de la camisa y de la camiseta interior había un amasijo de hierros humeantes, como un coche después de un incendio.

-Vale- dijo Manuel- ya el próximo día te cuento. O, si se atranca la puerta de esta mierda de garito con nosotros dentro, pues esta misma noche hasta que vengan los bomberos…

 Los ojos de Lucía brillaron divertidos ante la ocurrencia de Manuel y éste se quedó mirándolos fijamente durante unos segundos.

(míralos bien, ahora, grábalos a fuego en tu memoria…para siempre.)